Francisco Diez, mediador con vasta experiencia, con reconocimiento y trayectoria a nivel internacional -recientemente estuvo trabajando en Ecuador como representante de Naciones Unidas-, se refirió a la situación de Chile, al rol de los partidos políticos en las crisis, a las grietas y consensos y a la importancia de considerar el valor de las diferencias. Lo hizo en declaraciones al programa Informales de FM Costa Paraná, en el marco del micro radial del Centro de Mediación de la Defensoría del Pueblo de la Ciudad de Paraná, que se emite los martes en dicho espacio.
Diez tiene un vínculo muy cercano con el Centro de Mediación local, ya que ha dictado capacitaciones a los integrantes del Registro de mediadores comunitarios voluntarios de la institución en dos oportunidades (2011 y 2018). También, participó de charlas abiertas organizadas por la Defensoría en 2010 y en 2018, año este último en el que se organizó una serie de actividades en conmemoración de los 15 años de la institución. El martes 22 de octubre entabló una comunicación telefónica desde Salta, su ciudad natal, que se puede escuchar en https://www.mixcloud.com/costa-parana/micro-irina-chausovky-francisco-diez-22-10-2019/?fbclid=IwAR2PNPU6GnBiIY1aIyErZBjmjvw4xF-4kt4oLpUILuOtFyxN9z13gn1p7_s

Francisco Diez, junto a María Gabriela Rodríguez Querejazu, en una charla en el marco de los actos conmemorativos de los 15 años de la Defensoría del Pueblo de Paraná.

Entre los conceptos vertidos por Diez, se pueden mencionar los referidos a la situación en Chile. Consideró: “Es terrible. Lo que uno está viendo con claridad es el efecto de la distancia entre la ciudadanía y la política. Cualquiera sea la manifestación de la conflictividad, está claro que los sistemas políticos y la manera en que la política está siendo gestionada no está sirviéndole a la ciudadanía y no está dando las respuestas que la gente necesita. Creo que lo natural es que los conflictos empiecen a explotar por todos lados. Nuestra región está llena de bolsones de exclusión y de injusticia y eso en el mundo de hoy no puede sostenerse indefinidamente. Tiene que haber canales para el cambio constructivo, si no, hay violencia. Y es eso lo que creo que está pasando”.
Seguidamente, fue consultado sobre qué le diría al presidente de Chile, en vista de su experiencia en mediación con jefes de Estado. “Que tiene que abrirse a un diálogo, que tiene que hacer una política mucho más participativa, que tiene que escuchar a la gente, el reclamo de la gente”, dijo. Y consideró que a “la sociedad chilena se la ve desde afuera como el buen alumno de América Latina en todo lo que refiere a lo económico y a la aplicación de las recetas del desarrollo moderno, pero es una sociedad que ha mantenido estructuras de injusticias y exclusión muy profundas. Y eso tiene que cambiar porque la gente no lo tolera”.

“El sistema político está resquebrajándose”

En respuesta a una consulta sobre la falta de diálogo por parte de los gobernantes pese a que se trata de una palabra siempre presente en los discursos, el mediador sostuvo que “el sistema político como tal está resquebrajándose desde hace una década por lo menos. La intermediación que hacían los partidos políticos entre aquellos que conducían el país y tomaban decisiones y los sectores sociales desapareció. Ahora no hay intermediación (de los partidos) y la comunicación es directa entre los que toman decisiones y los que se benefician o perjudican con ellas. Y el sistema político no está preparado para esto. No ha habido una generación de nuevos mecanismos que permitan que este nivel de comunicación y de conocimiento sea procesado para que el sistema político y de toma de decisiones lo incorpore. Entonces lo que pasa es que no hay receta. Se acude al diálogo porque lo que es evidente es que hay una necesidad de coparticipación en la toma de decisiones en la política”.
A continuación, mencionó que “el único mecanismo que ha habido y se conoce es el mecanismo inclusivo de espacios de diálogo, donde los intereses de los sectores que se ven afectados por las decisiones políticas puedan ser escuchados y tenidos en cuenta».
Sobre los partidos políticos, afirmó que “han perdido relevancia completamente. El rol fundamental de los partidos políticos era servir de cadena de transmisión entre los tomadores de decisiones y la ciudadanía. Uno iba al comité, a la unidad básica, y ahí había un sistema de representaciones en escalera que llevaban hasta aquellos que tomaban decisiones. Hoy en día eso ya no existe”.
Sobre los antagonismos y las grietas que cruzan la sociedad argentina y también el interior de las familias, en los que las ideologías parecen darse más por la negativa que por la adhesión a esa idea, lamentó la situación y consideró que esto manifiesta “una pérdida de identidad muy importante”. Añadió que en época de campañas, “la sociedad espera líneas que definan la identidad, valores, principios, ideales, visiones y propuestas hacia adelante”.
Pero “de eso no hay nada” y «es lo que está pidiendo la gente», dijo. Seguidamente, habló sobre necesidad de “generar espacios donde la participación sea posible, donde la escucha sea efectiva, y donde se pueda compartir la responsabilidad del futuro común que tenemos». Indicó que «hay en la historia cercana ejemplos de procesos participativos que reencauzan la energía social hacia una dinámica más constructiva que destructiva. Eso es justamente lo que tenemos que conseguir: procesos, mecanismos y espacios que canalicen esa energía destructiva que se ve en las calles, en las protestas, incendios y peleas de una manera tal que esta energía en las crisis sirva para construir y no para destruir».

Diferencia y consenso
Respecto a las divergencias intrafamiliares, aconsejó “educar en la aceptación y reconocimiento de las diferencias. Todos nuestros sistemas educativos institucionales, familiares y comunitarios, (e incluso los medios de comunicación) están orientados a marcar la diferencia como algo negativo, algo que hay que evitar. Y pareciera que el consenso es mucho más positivo y mejor que la diferencia, pero el consenso es una manera de procesar las diferencias y eso requiere reconocimiento y aceptación de las diferencias”. Señaló que habitualmente el diferente no es bien visto, lo que lleva naturalmente a que las diferencias sean fuente de conflictos y no de valor. Y sostuvo, como operador que trabaja cotidianamente con los conflictos, que resulta imprescindible aceptar que las diferencias son una fuente de valor y que constituyen una oportunidad de enriquecimiento. «En el mundo de hoy donde las diferencias son tan evidentes, si no logramos entender que las diferencias son fuente de valor, los conflictos se van a multiplicar», advirtió finalmente.